Sandra es una pintora de 43 años que siente que su etapa creativa ha llegado a su fin. La necesidad de subsistencia y su pareja le obligan a realizar trabajos de poca importancia para empresas de diferentes sectores. Su creatividad se ve mermada y recortada por las exigencias de la industria y el mercado saturado de mensajes con un mismo objetivo exclusivamente comercial.
Se resiste a abandonar y busca momentos de su vida para volver a sentir la pintura y el lienzo. Su trabajo es rechazado por su mediocridad. Sin estilo. Sin alma. Su compañero le abandona, sus amigos no le llaman.
Su vida se viene abajo e inicia un viaje hacia su interior donde recibe una inesperada visita que quizás le devolverá su inspiración.